10 de agosto de 2017

De cómo no permitir que las adversidades saquen lo peor de ti


¿Quién no introdujo la cabeza entre dos barrotes durante su infancia?
Sí, no me miréis así, apuesto a que la gran mayoría lo intentó...¿o soy la única a la que le va la marcha?
Sea como fuere, siempre he sido bastante cabezota, lo cual no es lo mismo que cabezona...quizás por ello solía salir victoriosa de mis aventuras y sin rasguño alguno. En cambio, no todos mis compañeros de batalla compartían el mismo tamaño craneal, por lo que algunos quedaban atrapados en la gran mayoría de ocasiones...para ellos, salir airosos de ese tipo de situaciones suponía algún llanto que otro.
No fue siendo una niña (eso me habría servido para ayudar a algunos de mis amigos atrapados) sino hace poco, mientras indagaba en mi pasado preguntando cuáles eran mis comportamientos habituales y cómo solía manifestar mis emociones e ideas, cuando caí en la cuenta del por qué de mis pequeñas hazañas...siempre me liberaba porque, justo en el momento en que percibía el mínimo peligro, me concentraba en mi respiración, en sacar la cabeza de entre los barrotes con tranquilidad y en tratar no dejarme arrastrar por la situación bajo ningún concepto.

Bien, ha llegado el momento de dejarte hablar a ti...probablemente, si estuviéramos en una "conversación de tú a tú" me preguntarías ¿Se puede saber a qué &%/€@#£ viene esto?
Está bien, ya sabes que adoro filosofar y emplear metáforas, pero en esta te he pillado y no tienes ni idea de por dónde pueden ir los tiros...si es así ¡quédate conmigo y sigue leyendo!

Trata de recordar (con la mayor nitidez posible) el último capítulo de la historia de tu vida en que el camino que seguías (de hecho, espero que aún lo sigas) se torció. Alguna ruptura dolorosa ¿quizás?; ¿tal vez te sentiste humillado o traicionado?; puede que alguien cuyas ideas son completamente dispares a las tuyas tratara de tirar tus sueños por la borda; o quizás sentiste que las fuerzas flaqueaban, la presión te sobrepasaba y el destino se estaba cebando contigo.
No sé cómo respondiste al ver la piedra gigantesca que, en ese momento, impedía que siguieras avanzando según lo previsto ¿la saltaste con facilidad, trepaste por ella aún con notables esfuerzos, la bordeaste o te sentaste dejándote caer sobre esta con la idea de que algún día ella misma se apartaría tal como había venido? Puede que la golpearas una y otra vez con el objetivo de romperla, sin seguir otro plan que el de "destruirla", observando finalmente cómo la sed de venganza raramente acarrea soluciones...también puede que te tumbaras junto a ella, observando su belleza, sin darte cuenta de lo destructiva que acabaría siendo para ti.

Una cosa de las que observé en mi niñez cuando yo y mis amigos nos aventurábamos al meter la cabeza entre dos rejas sin pensar que correríamos peligro alguno, fueron las distintas reacciones al problema. Si bien es cierto, como comenté en los primeros párrafos, que mi cabeza solo es voluminosa por los rizos...también lo es el hecho de que muchos de los niños que se veían atrapados y rompían a llorar o gritar enfurecidos no tenían muchos más centímetros de circunferencia que la que hoy os habla, pero sí mucha menos paciencia y autocontrol. Al caer en la trampa sus orejas y cabeza no crecían...todo lo contrario, lo que les crecía eran los nervios.

Hoy quería plantearos esta metáfora con el único propósito de anticiparos a vuestro próximo problema o imprevisto (porque siento decirte que los habrán, pero tendremos el coraje para salvarlos). De este modo, la próxima vez que la piedra se plante ante ti...
...recuerda que no debes patalear, llorar o enfadarte ante ella. Los problemas y adversidades, así como la gente tóxica, se alimentan de tus debilidades. No las muestres y mantén la calma. Muéstrate firme y ten paciencia, se acabarán cansando y cederán para darte vía libre.
...mantén la calma, sí, pero no te detengas. Sigue el plan trazado, ejecuta otro en caso de necesitarlo, innova, crea, piensa qué podría destruir a la piedra sin necesidad de golpearla y hacerle daño (en este caso podría volverse contra ti en mayor medida).

..ten presente la posibilidad de que la piedra sea más concienzuda y cabezota (no cabezona) que tú. En este caso difícilmente se apartará del camino e insistirá, una y otra vez, en permanecer en tu vida. Entonces, mantente firme y repite los dos pasos anteriores. No permitas que los dos barrotes donde metiste la cabeza (a saber con qué objetivo) acaben ahogándote y sacando lo peor de ti.
...en caso de no poder escalarla, saltarla o bordearla, recuerda que hay miles de alternativas, cientos de caminos por recorrer, con mejores vistas a la par que divertidos y emocionantes retos.

Tu vida es tuya. Tú determinas en qué medida controlas las situaciones o te dejas arrastrar por ellas. No dejes que te crezcan los nervios...tú psique puedes evitar tropezar una y otra vez con la misma piedra.
¡Buenas noches equipo! 

No os perdáis las publicaciones de mañana en redes sociales...¡se avecina sorteo de aniversario!

No hay comentarios:

Publicar un comentario